Como dermatóloga, una de las consultas más frecuentes que recibo en mi práctica diaria (tanto en mi consultorio como en otros centros médicos) es sobre el acné, cerca del 40% de mis pacientes padecen la enfermedad. Esta condición cutánea puede ser mucho más que una simple molestia estética, también impacta la autoestima, la confianza y, en casos severos, puede dejar cicatrices permanentes.

Esta condición afecta a personas de todas las edades. Según un estudio realizado en el 2024 por los Laboratorios Pierre Fabre y publicado en el Journal of the American Academy of Dermatology (JAAD), el 20,5 % de la población mundial sufre de acné, destacando la afectación en la población adolescente y juvenil (16-24 años) con un 28,3%, seguido de los adultos (25 a 39 años), con el 19,3%. Esta investigación también indica que la prevalencia más elevada se ha observado en Latinoamérica (23,9%), el este de Asia (20,2%) y África (18,5%).

Así mismo, Gautier Doat, director de los Laboratorios Dermatológicos Avène, afirmó que “las personas que padecen acné han declarado, en un 31%, que se sienten excluidas o rechazadas por los demás, que tienen la impresión de que la gente evita tocarlas, en un 27%, o acercarse a ellas, en un 26%”.

Por eso, quiero ofrecerles una visión clara sobre el acné, sus causas y cómo podemos tratarlo juntos.

Los tipos de acné

Esta condición se manifiesta de diversas formas. Reconocerlas es el primer paso para un tratamiento efectivo:

Acné comedoniano: caracterizado por la presencia de comedones, que pueden ser abiertos (conocidos como “puntos negros”) o cerrados (“puntos blancos”). Estos se forman por la obstrucción de los folículos pilosos con sebo y células muertas.

  • Acné inflamatorio: las lesiones son más evidentes y molestas. Aquí encontramos lesiones como pápulas (pequeñas protuberancias rojas), pústulas (granos con pus en la punta), nódulos (lesiones más grandes y profundas) y quistes (lesiones llenas de pus, a menudo dolorosas).

Según otras clasificaciones, también encontramos:

  • Acné quístico conglobata: la forma más severa, con nódulos y quistes grandes y dolorosos que con frecuencia dejan cicatrices importantes.
  • Acné Hormonal: esta variedad es especialmente frecuente en mujeres, y se asocia a lesiones inflamatorias, dolorosas, presentes especialmente en la mitad inferior de las mejillas, en las mandíbulas y el mentón.
  • Acné Pomada: este tipo de acné es secundario al uso de productos cosméticos (como cremas, ungüentos, maquillajes) que tienen un alto contenido de grasa, produciendo la obstrucción de los poros y la formación de múltiples comedones cerrados.


¿Por qué aparece?

Existen varias causas. Es importante entenderlas para definir su tratamiento:

  • Producción excesiva de sebo por parte de las glándulas sebáceas. El sebo es una sustancia oleosa que lubrica la piel, pero la acumulación de esta sustancia obstruye los poros y causa el acné.
  • Obstrucción de los folículos pilosos: el sebo y las células muertas de la piel pueden acumularse y bloquear los folículos.
  • Proliferación bacteriana: La piel tiene su propia microflora bacteriana. Pero en el acné, prolifera una bacteria llamada Cutibacterium Acnes, que se aloja en los folículos obstruidos, desencadenando inflamación.
  • Inflamación: la respuesta del cuerpo a la obstrucción y la proliferación bacteriana es la inflamación, que se manifiesta como enrojecimiento, hinchazón y dolor. La inflamación también puede ser secundaria a la manipulación de la piel. Aunque puede ser tentador pellizcar las lesiones de acné, hacerlo incrementará la inflamación y la probabilidad de cicatrices secundarias.
  • Factores hormonales: especialmente durante la pubertad, el ciclo menstrual, el embarazo o el estrés, estos pueden aumentar la producción de sebo y empeorar el acné. Las mujeres que padecen condiciones hormonales como el síndrome de ovario poliquístico tienen más probabilidades de sufrir de acné durante su vida.
  • Genética: en mi opinión, la mayoría de pacientes que tienen acné tienen algún tipo de predisposición genética, aunque no siempre conozcan familiares cercanos que padecieron acné. Sin embargo, si tus padres lo sufrieron, es probable que tú también lo desarrolles en mayor o menor grado.
  • Factores externos: algunos cosméticos o productos para el cuidado de la piel, ciertos medicamentos y la manipulación de las lesiones pueden exacerbar el acné.

Recomendaciones para prevenir y tratar la enfermedad

La buena noticia es que el acné se puede controlar y tratar. Aquí les dejo recomendaciones clave, algunas pueden hacerlas de manera autónoma, otras requieren supervisión especializada:

Para la prevención:

  • Higiene facial suave: laven su rostro dos veces al día (mañana y noche) y después de sudar con un limpiador suave, sin frotar en exceso.
  • Elijan productos ‘no comedogénicos’: Procuren que los productos de uso diario como el protector solar, la hidratante facial, el maquillaje y otros productos para el cuidado de la piel, estén etiquetados como libres de grasa, oil free u oil control. También pueden usar productos etiquetados como suero, gel o water.  Así mismo, aconsejo evitar productos etiquetados como crema, aceite o ungüento, ya que pueden tener altos contenidos de aceite y empeorar el acné.
  • Eviten tocar o manipular los granos: esto puede empeorar la inflamación, propagar las bacterias y aumentar el riesgo de cicatrices.
  • Controlen el estrés: este puede aumentar la inflamación de las lesiones, y también su manipulación, empeorando la enfermedad. Algunas técnicas como el ejercicio, la meditación, la relajación, pueden ayudar.
  • Consideren su dieta (con precaución): si bien la relación directa entre la alimentación y el acné no está completamente establecida, algunos estudios sugieren que ciertos alimentos con alto índice glucémico, como los chocolates y los lácteos podrían empeorar el acné en algunas personas. Observen cómo reacciona su piel y si detectan que luego de consumir algo surge esta condición, reduzcan su consumo.

Para el tratamiento:

  • Medicamentos aplicados (tópicos): cremas, geles o lociones con ingredientes como peróxido de benzoilo, ácido salicílico, retinoides tópicos o antibióticos pueden ser muy efectivos para casos leves a moderados.
  • Tratamientos orales: en casos severos o cuando los métodos tópicos no son suficientes, podemos recurrir a antibióticos orales, anticonceptivos orales (en mujeres), isotretinoina u otros medicamentos.
  • Procedimientos en consultorio: existen múltiples, como las limpiezas faciales, los peeling químicos, la hidrodermoabrasión, la terapia láser o de luz IPL. La elección de los procedimientos se basa en el tipo de acné, la severidad de la enfermedad y las preferencias del paciente.

Para todos los tratamientos, es fundamental buscar la opinión de un especialista, de esta manera obtienen un diagnóstico preciso y un plan de acción personalizado. Tengan presente que la respuesta al tratamiento suele requerir tiempo para mostrar resultados. Sigan las indicaciones de su dermatólogo y no se desanimen si no ven mejoras inmediatas.

Recuerden: ¡no están solos! El acné es una condición común y tratable. Los invito a aprovechar mi conocimiento profesional, mi objetivo como dermatóloga es guiarlos hacia una piel más sana y mejorar su calidad de vida. Contáctenme, con gusto los atenderé.

Atención mediante WhatsApp: 3178496952
Correo electrónico: dermatologia.daa@gmail.com
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